“No te preguntes qué puede hacer
tu país por tí, sino qué puedes hacer tú por tu país” JF Kennedy
La rutina es exactamente igual. Luego de la lectura de la noticia trágica nos tragamos con indiferencia aterradora el cafè
matinal. Leemos los diarios con indignación contenida y quizás, a lo sumo, comentemos en
las redes sociales el profundo sentimiento de impotencia que nos provoca el
enfrentar diariamente como sociedad la
certeza de que el país empeora ominosamente en todos sus aspectos.
Ha llegado el momento de cuestionarnos seriamente acerca de hasta cuándo vamos a permitir que se prolongue el circulo de indiferencia e inactividad y vamos a continuar quejándonos de lo mal que están las cosas en el país, quejarnos de la inseguridad, de la pobreza, del subdesarrollo, pero sin mover un dedo. Podemos seguir quejándonos de las autoridades de turno, olvidando que fuimos nosotros quienes los pusimos alli y es nuestra obligación fiscalizar el estricto cumplimiento de las leyes por parte de los ciudadanos que detentan el poder soberano de todos.
Ha llegado el momento de cuestionarnos seriamente acerca de hasta cuándo vamos a permitir que se prolongue el circulo de indiferencia e inactividad y vamos a continuar quejándonos de lo mal que están las cosas en el país, quejarnos de la inseguridad, de la pobreza, del subdesarrollo, pero sin mover un dedo. Podemos seguir quejándonos de las autoridades de turno, olvidando que fuimos nosotros quienes los pusimos alli y es nuestra obligación fiscalizar el estricto cumplimiento de las leyes por parte de los ciudadanos que detentan el poder soberano de todos.
Nuestra obligación ciudadana no puede limitarse a fiscalizar el accionar de los funcionarios
públicos. Encontrar la manera de eliminar esa nube pesimista y apática que se
cierne sobre las mentes de todos los guatemaltecos llamándonos todos a
reflexionar sobre la manera en qué podemos aportar, cada quién con su esfuerzo
individual, como parte de un esfuerzo colectivo, llevar a éste
país a la victoria en la batalla entre la mediocridad y la excelencia.
Esencialmente,
nos debería llamar la atención lo que podríamos hacer para colaborar en la construcción
de un mejor país y esto obedece a una simple evaluación de la situación
nacional actual.
El 49.8% de los niños nacidos en nuestro país padecen desnutrición crónica infantil y de éstos, el 58,6% viven en el área rural. Sumado a esto, el déficit en educación y servicios básicos de salud mantiene a la niñez guatemalteca huérfana de oportunidades básicas para desarrollarse a plenitud tanto física como mentalmente.
Esto debería ser el punto de partida. No es posible salir del subdesarrollo si permanecemos apáticos a colaborar con nuestro propio esfuerzo, económico a desarrollar un mejor país, en rubros concretos priorizados producto de un análisis profundo de las circunstancias que afectan este multicultural y plurilingue pedazo de paraíso. En la medida en que la población económicamente activa y solvente, sea capaz de cooperar voluntariamente con la población desfavorecida para cubrir las necesidades que el gobierno debería cumplir pero no cubre, se generan las condiciones para el fortalecimiento del tejido social a partir de un sentimiento de solidaridad y visto desde la perspectiva pragmática, se plantea la posibilidad de no entregar la totalidad de los impuestos a autoridades notoriamente voraces y corruptas sino de distribuirlo mediante programas de responsabilidad social empresarial, a segmentos de la población particularmente lastimados por la injusticia y la falta de acceso a las oportunidades de desarrollo más básicas.
No obstante
la realidad nacional reviste matices sombríos
y la tragedia cotidiana adopta las más insospechadas formas, el chapin
heroico y cotidiano es capaz de enfrentarla con una admirable capacidad para la sonrisa,
pues dígase lo que se diga, éste pueblo tiene una inmensa vocación para la
alegría y encara la vida con gozo, no obstante, acompaña la dulzura de sus
paisajes y la calida humanidad de sus habitantes, s, el amargo sabor de quien
vive en un país hermoso, más violento. Donde la vida no vale un carajo. Donde se vive con miedo. Es un país que
plantea a sus habitantes más preguntas que respuestas. Somos un pueblo manifiestamente apático a
abandonar nuestra zona de comodidad desde donde juzgamos y condenamos las
imbecilidades de nuestras autoridades a
quienes nosotros mismos, con nuestro voto,
democráticamente (dinerocráticamente, creo yo), delegamos nuestra
soberanía para que dirigieran los destinos del país.
Ciertamente,
las autoridades no cumplen a fondo la misión de gobernarnos atinadamente, pues
anteponen sus intereses a los del país. Devuelven la plata que los llevó a la
silla presidencial y cada vez merecen menos el título de dignatarios. Carecen
de visión futurista y , de ajuste, han heredado problemas añejos que no han sido
capaces de resolver ni los guerrinches desvelados más furibundos, ni los burgueses neoliberales más radicales.
Porque entre otras cosas, ésta maravilla de país que llamamos Guatemala es un
monumento a la división. La deberíamos nominar a ser la capital mundial del
individualismo voraz. Si queremos que las cosas comiencen a cambiar
y que el chiste de la olla de cangrejos no sea sino una cruel metáfora del
carácter nacional que decidimos cambiar uno a uno y todos a la vez en el afán
de hacer de éste país, verdaderamente, un mejor país, debemos comenzar por
disponernos a hacer algo a favor de quienes no tienen acceso a las
oportunidades que nosotros si tuvimos. Descangrejizarnos uno por uno. Ser
solidarios y no hablo de lujos ni extravagancias, Un techo digno, agua potable,
servicios básicos de salud y alimentación. La oportunidad de educarnos sin
enfrentar las irreversibles
consecuencias del daño cerebral producto de la desnutrición crónica infantil en
el aprendizaje. Resolver el problema de raíz más allá de si nos queremos decir
rojos o cremas, colaborar en la construcción de un mejor país trascendiendo de las
ideologías y de las etiquetas. Facilitar a un hermano guatemalteco las opciones
para que éste se desarrolle en igualdad de oportunidades, es una muestra de la
importancia de que los guatemaltecos que nos llenamos la boca diciendo lo mucho
que amamos a éste país y sucumbimos a nacionalismos irreflexivos, comencemos a
construir, en realidad, un mejor país.
Eso podes hacer vos y puedo hacer yo por Guatemala. Un mejor país, comienza a serlo cuando vos
resolvés tu problema económico de manera honrada, pagás tus impuestos, pero
aparte, cooperás en el desarrollo de un ciudadano que no contó con las oportunidades que vos tuviste. Cuando
pensés qué podes hacer vos por éste país que decís que amás, cuando vos con tu
plata colaborés en mínima o máxima medida con desarrollar a otro guatemalteco
como vos entonces, la olla de cangrejos, dejara un poco de serlo.
Querés colaborar?
Visita:
www.weneedyou.org
Este documento detalla de mejor manera nuestra labor:
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http://weneedyou.org/docs/weneedyou-espanol-1.pdf