jueves, 30 de abril de 2015

Querés mejorar Guatemala?

“No te preguntes qué puede hacer tu país por tí, sino qué puedes hacer tú por tu país” JF Kennedy


La rutina es exactamente igual.  Luego de  la lectura de la noticia trágica nos tragamos con indiferencia aterradora el cafè matinal. Leemos los diarios con indignación contenida y quizás, a lo sumo,  comentemos en las redes sociales el profundo sentimiento de impotencia que nos provoca el enfrentar diariamente como sociedad  la certeza de que el país empeora ominosamente en todos sus aspectos. 

Ha llegado el momento de cuestionarnos seriamente  acerca de hasta cuándo vamos a permitir que se prolongue el circulo de indiferencia e inactividad y vamos a continuar quejándonos de lo mal que están las cosas en el país, quejarnos de la inseguridad, de la pobreza, del subdesarrollo, pero sin mover un dedo. Podemos seguir quejándonos de las autoridades de turno, olvidando que fuimos nosotros quienes los pusimos alli y es nuestra obligación fiscalizar el estricto cumplimiento de las leyes por parte de los ciudadanos que detentan el poder soberano de todos.

Nuestra obligación ciudadana no puede limitarse a fiscalizar el accionar de los funcionarios públicos. Encontrar la manera de eliminar esa nube pesimista y apática que se cierne sobre las mentes de todos los guatemaltecos llamándonos todos a reflexionar sobre la manera en qué podemos aportar, cada quién con su esfuerzo individual, como parte de un esfuerzo colectivo, llevar a éste país a la victoria en la batalla entre la mediocridad y la excelencia.  


Esencialmente, nos debería llamar la atención lo que podríamos hacer para colaborar en la construcción de un mejor país y esto obedece a una simple evaluación de la situación nacional actual.

El 49.8% de los niños nacidos en nuestro país padecen desnutrición crónica infantil y de éstos, el 58,6% viven en el área rural. Sumado a esto, el déficit en educación y servicios básicos de salud mantiene a la niñez guatemalteca huérfana de oportunidades básicas para desarrollarse a plenitud tanto física como mentalmente. 

Esto debería ser el punto de partida. No es posible salir del subdesarrollo si permanecemos apáticos a colaborar con nuestro propio esfuerzo, económico a desarrollar un mejor país, en rubros concretos priorizados producto de un análisis profundo de las circunstancias que afectan este multicultural y plurilingue pedazo de paraíso. En la medida en que la población económicamente activa y solvente, sea capaz de cooperar voluntariamente  con la población desfavorecida para cubrir las necesidades que el gobierno debería cumplir pero no cubre, se generan las condiciones para el fortalecimiento del tejido social a partir de un sentimiento de solidaridad y visto desde la perspectiva pragmática, se plantea  la posibilidad de no entregar la totalidad de los impuestos a autoridades notoriamente voraces y corruptas sino de distribuirlo mediante programas de responsabilidad social empresarial, a segmentos de la población particularmente lastimados por la injusticia y la falta de acceso a las oportunidades de desarrollo más básicas.


No obstante la realidad nacional reviste matices sombríos  y la tragedia cotidiana adopta las más insospechadas formas, el chapin heroico y cotidiano es capaz de enfrentarla  con una admirable capacidad para la sonrisa, pues dígase lo que se diga, éste pueblo tiene una inmensa vocación para la alegría y encara la vida con gozo, no obstante, acompaña la dulzura de sus paisajes y la calida humanidad de sus habitantes, s, el amargo sabor de quien vive en un país hermoso, más violento. Donde la vida no vale un carajo.  Donde se vive con miedo. Es un país que plantea a sus habitantes más preguntas que respuestas.  Somos un pueblo manifiestamente apático a abandonar nuestra zona de comodidad desde donde juzgamos y condenamos las imbecilidades de nuestras  autoridades a quienes nosotros mismos, con nuestro voto,  democráticamente (dinerocráticamente, creo yo), delegamos nuestra soberanía para que dirigieran los destinos del país.
Ciertamente, las autoridades no cumplen a fondo la misión de gobernarnos atinadamente, pues anteponen sus intereses a los del país. Devuelven la plata que los llevó a la silla presidencial y cada vez merecen menos el título de dignatarios. Carecen de  visión futurista y , de ajuste,  han heredado problemas añejos que no han sido capaces de resolver ni los guerrinches desvelados más furibundos,  ni los burgueses neoliberales más radicales. Porque entre otras cosas, ésta maravilla de país que llamamos Guatemala es un monumento a la división. La deberíamos nominar a ser la capital mundial del individualismo voraz.   Si queremos que las cosas comiencen a cambiar y que el chiste de la olla de cangrejos no sea sino una cruel metáfora del carácter nacional que decidimos cambiar uno a uno y todos a la vez en el afán de hacer de éste país, verdaderamente, un mejor país, debemos comenzar por disponernos a hacer algo a favor de quienes no tienen acceso a las oportunidades que nosotros si tuvimos. Descangrejizarnos uno por uno. Ser solidarios y no hablo de lujos ni extravagancias, Un techo digno, agua potable, servicios básicos de salud y alimentación. La oportunidad de educarnos sin enfrentar  las irreversibles consecuencias del daño cerebral producto de la desnutrición crónica infantil en el aprendizaje. Resolver el problema de raíz más allá de si nos queremos decir rojos o cremas, colaborar en la construcción de un mejor país trascendiendo de las ideologías y de las etiquetas. Facilitar a un hermano guatemalteco las opciones para que éste se desarrolle en igualdad de oportunidades, es una muestra de la importancia de que los guatemaltecos que nos llenamos la boca diciendo lo mucho que amamos a éste país y sucumbimos a nacionalismos irreflexivos, comencemos a construir, en realidad,  un mejor país. Eso podes hacer vos y puedo hacer yo por Guatemala.  Un mejor país, comienza a serlo cuando vos resolvés tu problema económico de manera honrada, pagás tus impuestos, pero aparte, cooperás en el desarrollo de un ciudadano que no contó  con las oportunidades que vos tuviste. Cuando pensés qué podes hacer vos por éste país que decís que amás, cuando vos con tu plata colaborés en mínima o máxima medida con desarrollar a otro guatemalteco como vos entonces, la olla de cangrejos, dejara un poco de serlo.


Querés colaborar?
Visita: 

www.weneedyou.org

Este documento detalla de mejor manera nuestra labor:
http://weneedyou.org/docs/weneedyou-espanol-1.pdf